Cuando perdonas sus errores, alivias su sentimiento imaginario de culpa.
Cuando satisfaces sus necesidades físicas, alivias su aparente escasez.
Cuando prodigas compasión, alivias su angustia y temor.
Cuando los abrazas, alivias su sentimiento de soledad.
Cuando les enseñas la verdad, curas su ignorancia.
Cuando compartes con ellos algo bello de la creación, mejoras su capacidad de percepción.
Cuando los alabas únicamente por ser quienes son, alivias su autoestima.
Cuando das amor de corazón, los reconcilias con la vida.
Y cuando haces todo esto por los demás, lo haces también por ti mismo, y resultas igualmente curado.
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