martes, 4 de abril de 2017

Mediocridad

- Mediocridad -

En 1913, José Ingenieros, médico y sociólogo argentino, diferenció al hombre mediocre del inferior y del idealista. El inferior es casi un animal humano, a quien le es difícil adaptarse al cuerpo social; el idealista sigue sus convicciones, progresa, cuestiona, y levanta las banderas por las que lucha, en busca de un ideal. El mediocre se encuentra en el medio, es un ser adaptado a la sociedad, a la que no cuestiona, sino que sigue las tradiciones culturales impuestas, sin pensar que existe algo más allá de ellas, o que lo que se le ha inculcado puede tener vicios o defectos; es aquel que no se diferencia de la masa popular, que dócilmente acata lo que políticos, religiosos o cualquier otra autoridad le impone como cierto. Es el sujeto ideal para la dominación, que no transforma el orden social, sino que tiende a su conservación.

La vida de cocina no se forma por casualidades, “Qué casualidad que pude trabajar con un importante chef en mi carrera”, “Ha sido una casualidad que me hayan elegido como candidato para una vacante interesante”, “Qué casualidad! yo también me dedico a la cocina…”

En la gastronomía actual, en este rubro nublado por el momento, existe de todo:

Cocineros grandiosos, cocineros mediocres.

Instructores falsos, instructores reales.

Establecimientos honestos, establecimientos fraudulentos.

Jefes con experiencia, jefes elegidos cual candidato político en busca de un beneficio económico – gerentes de alimentos y bebidas experimentados, jóvenes gerentes agobiados por falta de experiencia.

Pero existe una clave fundamental que marca la diferencia y va integrando las nuevas brigadas de cocineros que actúan de la misma manera y prevalecen siguiendo una regla única bajo la causalidad.

La gran diferencia entre la persona que quiere y puede y la que se conforma y decide limitar sus capacidades operativas es la que marca el futuro de la industria de los alimentos en el mundo entero.

¿Ya te diste cuenta?

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