Así me siento cada lunes que después del trabajo voy a la predicación informal...
Salgo cansado de mi trabajo, fastidiado y hasta estresado con ganas de llegar tirarme en la cama y dormirme, pero aun así me obligo a arreglarme e irme a la predicación informal...
Cuando me junto con los otros compañeros en el punto de reunión y durante todo el tiempo que duramos predicando me siento feliz, sin preocupaciones en fin relajado...
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