viernes, 14 de diciembre de 2012

Jehova Recompensa A Un Joven Fiel...

La siguiente experiencia de un joven fiel debe animar a otros jóvenes a mantenerse íntegros mientras sirven a Jehová.

 En Argentina, un niño de 11 años y su hermano menor recibían de su abuela lecciones del libro La verdad que lleva a vida eterna. Tan pronto como se enteraron de esto los padres de los niños, se opusieron a ello y les prohibieron que asistieran a las reuniones del Salón del Reino.

Por algún tiempo, para asistir a las reuniones, los niños escapaban por la ventana del baño, saltaban al patio, y de allí pasaban por encima del muro al patio del vecino, para entonces dirigirse al Salón del Reino. Luego alguien le contó a la madre de los niños que ellos asistían a las reuniones de los testigos de Jehová. La madre los amenazó con golpearlos, y esto asustó al menor, quien dejó de estudiar. Pero el mayor persistió. Por cinco años se las arregló para asistir a las reuniones sin que sus padres se enteraran de ello.

Cuando tenía 16 años, quiso tomar un curso de escuela secundaria que no se ofrecía en su pueblo. Lejos de su hogar tendría más libertad para seguir edificándose en la verdad. Sus padres consintieron en dejarlo ir, y todo marchó bien por tres meses. Entonces el director de la escuela notificó a los padres del joven que este se negaba a saludar la bandera y a cantar el himno nacional. Ante un auditorio formado por el director, los padres del niño, una secretaria, un abogado y diez profesores, el joven pudo dar un testimonio excelente de por qué su conciencia no le permitía participar en aquellos actos. (Éxodo 20:4, 5.)

Los padres del muchacho se enfurecieron. La madre consiguió un revólver para matar a la abuela, a quien consideraba responsable de la situación. Pero nunca pudo encontrarla a solas.
Más tarde, por recomendación de un amigo de la familia y con la aprobación del director de la escuela, los padres decidieron internar al joven en una clínica para enfermos mentales, pues creían que el tratamiento siquiátrico lograría que el joven abandonara su fe. Personal de la clínica se llevó al muchacho en automóvil a un lugar a 100 kilómetros (60 millas) de distancia, y le inyectó dosis grandes de insulina y otras drogas hasta que perdió el conocimiento. Al despertar, el joven manifestó total desorientación; no reconocía a nadie y manifestaba amnesia parcial. Después de examinarlo cuidadosamente varias veces, los médicos no pudieron hallar ningún desorden mental en él. Pero la clínica continuó tratándolo de la misma manera. Cuando estaba consciente, el joven le pedía continuamente a Jehová en oración que no lo abandonara, e imploraba que le diera fortaleza para aguantar. Jehová realmente lo protegió, y con el tiempo la clínica lo dio de alta.


 En cierta ocasión el director de la escuela le preguntó al joven si estaba listo para retractarse. Cuando este contestó que no, el director dijo a los padres que lo llevaran de nuevo a la clínica porque estaba más loco que antes. Los padres lo llevaron a una casa de huéspedes y dijeron a la dueña que se asegurara de que no fuera a las reuniones de los testigos de Jehová. Después que los padres se fueron, ¡qué sorpresa recibió el muchacho! ¡Los dueños de aquella casa eran testigos de Jehová! Finalmente los padres descontinuaron el tratamiento siquiátrico, pues se convencieron de que los médicos les habían mentido. Mientras tanto, el Tribunal Supremo de Argentina dictó que los hijos de los testigos de Jehová no podían ser expulsados de las escuelas por no saludar la bandera.

 ¿Se benefició este joven fiel de las pruebas que le sobrevinieron? Sí. Dice: “Pude dar un testimonio extenso a médicos, profesores, condiscípulos, a mis padres y parientes, de hecho, a toda la ciudad. Mis padres se han ablandado hasta cierto grado y tienen un mejor concepto de los Testigos. Ahora, cuando reflexiono sobre mi niñez, veo cuán maravilloso y tierno es nuestro Dios para con los que siguen leales a él. Es exactamente como dijo el salmista en Salmo 27:10: ‘En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería’”.
Este joven tiene ahora 23 años de edad, está casado y muy activo en el servicio a Jehová. Ciertamente el poder sustentador de Jehová es ilimitado. (Salmo 55:22.)

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