martes, 4 de enero de 2011

Amor Materno

No era más que una anónima gata callejera de pelo corto que tenía cinco cachorros y trataba de salir adelante en la jungla urbana del sector este de Nueva York...
Había montado su guarida en un garaje en ruinas donde se habían producido muchos incendios sospechosos,recorría la barriada buscando en la basura con qué alimentar a su camada, pero su situación iba a cambiar radicalmente a las 6.06 de la mañana del 29 de marzo de 1996...

En el garaje donde vivía la familia gatuna se declaró un incendio sospechoso, acudió al lugar la Brigada de Rescate 175 de los bomberos y no tardó en controlar el fuego, David Giannelli, uno de los bomberos, oyó los maullidos de los gatitos, encontró a tres justo fuera del edificio; otro casi al otro lado de la calzada y el quinto, en la acera...

Los cachorros eran muy pequeños para haber escapado por su cuenta, dado que la madre los había sacado de uno en uno, las quemaduras —como constató el señor Giannelli— aumentaban en gravedad de un gatito a otro, según el tiempo que hubieran tenido que esperar...

El periódico neoyorquino Daily News del 7 de abril de 1996 dio el siguiente informe sobre el paradero y el cuidado de la madre: “Giannelli descubrió a la mamá desplomada de dolor en un solar vacío de las cercanías; la escena le rompió el corazón. Tenía los párpados tan hinchados por el humo que no podía despegarlos, las almohadillas de los pies habían sufrido quemaduras graves y el fuego le había dejado horribles marcas en la cara, las orejas y las patas...

Giannelli colocó con delicadeza a la mamá y sus gatitos en una caja de cartón que encontró. ‘Aunque no podía ni abrir los ojos —dijo el señor Giannelli—, fue contándolos uno a uno con la pata.’”.Cuando llegaron al centro veterinario North Shore Animal League, la gata se debatía entre la vida y la muerte...
El relato prosigue: “Se combatió el choque con medicamentos., se le insertó una cánula para administrarle antibióticos por vía intravenosa, se le aplicaron cremas antibióticas en las quemaduras, luego fue colocada en una cámara de oxígeno para ayudarla a respirar, al tiempo que todo el personal del centro contenía la respiración [...]. Al cabo de cuarenta y ocho horas, la heroína se incorporó, cuando abrió los ojos, los doctores pudieron comprobar que no habían sido afectados”.
A este valeroso animal se le llamó “Escarlata”, pues las quemaduras dejaron al descubierto su piel rojiza, cuando esta conmovedora historia sobre el apego de una madre por sus hijos se difundió al mundo entero desde el centro veterinario, los teléfonos no pararon de sonar, llamaron más de seis mil personas de lugares tan lejanos como Japón, los Países Bajos y Sudáfrica para interesarse por la salud de Escarlata...
De ellas, unas mil quinientas se ofrecieron a adoptarla junto con su camada, uno de los gatitos murió posteriormente, Escarlata conmovió a muchas personas de todo el mundo...

Visualizemos a esta madre intrépida, instintivamente temerosa del fuego, entrando en un edificio lleno de humo para rescatar a sus pequeños, que maúllan por auxilio, el hecho de penetrar una vez para sacar a sus indefensos gatitos ya sería increíble; pero hacerlo en cinco ocasiones, cada vez con más dolor, al seguir quemándose los pies y la cara, es casi inconcebible...

Uno no puede menos que preguntarse si el ejemplo que dio de apego materno por sus cachorros no perturbará a los millones de mujeres que se deshacen de los hijos cuando aún los llevan en su seno o que los matan poco después de nacer, haciéndolos víctimas del maltrato

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